Romance de la tierra y el labrador


 El agua remansada en pozas y embalses, vierte  su esencia a los campos fluyendo por canales y acequias. Hacia el mes de Febrero. Entonces la tierra se viste de verde y sonríe,  radiante y preñada.
Alegrando así la mirada del labrador,  como si viera crecer a sus  hijos. Transcurren los ocasos, y el herbazal es un cabello despeinado que abraza a los amaneceres. Culmina el mes de Mayo. El sol ha dorado a los hijos de la tierra y rubios trigales  descansan  sobre los campos. Es la cosecha  nacida y convertida es pastos. 
Entonces, el paisaje se vuelve más seco que nunca. Y su verdor es de un dorado intenso. He aquí el romance entre la tierra y el labrador.




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